La vida de nuestro corazón

La soledad me envuelve

en lo más querido por mi,

mi corazón.

Nadie lo entiende

y ya harto está

de llover sin mojar.

 Toda la culpa, toda falta, todo fallo,

sin pruebas lo acusa…

Ya el apodo de malo

no se desvanecerá.

Grita socorro, grita ayuda.

La pide y la ruega,

pero esta nunca llega.

 ¡No desesperes,

mi buen amigo,

qué alguien te escucha!

No te preocupes,

porque algún día

volverás a ser feliz.

Todo en la vida hay que perdonarlo,

pues todos en la vida cometemos

errores y hacemos daño.

Algunos a consciencia,

otros sin darse cuenta,

pero todos nos equivocamos.

¡Ay, qué vida la nuestra!

Todo injusticia, guerra, maldad.

Todo engaño, pena, falsedad.

Todo hipocresía, oscuridad, soledad…

Pero las pocas veces,

que brillar puede el sol;

son esas veces,

las que ayudan a vivir

al corazón.

(escrito el 8 de agosto de 2001)

La edad de la adolescencia

¡Qué bella es la niñez! Todo son colores e ilusiones;

pero que duro es el crecer, todo es distinto y parecer.

 

El arte del teatro, se apodera de cada uno de nosotros;

pues todo son engaños e hipocrecías…

es difícil encontrar a alguien, en quién poder confiar.

 

Pero todo eso desaparece cuando llega el amor,

y nos sumergimos en un mundo de soledad.

Nos gusta olvidarlo todo para soñar y

vivir en nuestro mundo personal.

 

Nuestro espíritu es joven y choca con el de los padres,

por el deseo de hacer locuras, y de aprovecharlo todo a tope.

Pero todo nunca es igual, siempre cambia y nadie puede impedirlo.

 

Tu cuerpo experimenta como una oruga,

la transformación en mariposa,

y como ella tienes que aprender a cuidarte de lo desconocido,

y de los males que te observan.

Los caminos que ella escoja,

serán los que dicten su futuro

e irá aprendiendo de los errores

para luego envejecer y recordad

esa época que tanto significó

para su vida: «la adolescencia».

(escrito el 5 de febrero de 2000)