La soledad me envuelve
en lo más querido por mi,
mi corazón.
Nadie lo entiende
y ya harto está
de llover sin mojar.
Toda la culpa, toda falta, todo fallo,
sin pruebas lo acusa…
Ya el apodo de malo
no se desvanecerá.
Grita socorro, grita ayuda.
La pide y la ruega,
pero esta nunca llega.
¡No desesperes,
mi buen amigo,
qué alguien te escucha!
No te preocupes,
porque algún día
volverás a ser feliz.
Todo en la vida hay que perdonarlo,
pues todos en la vida cometemos
errores y hacemos daño.
Algunos a consciencia,
otros sin darse cuenta,
pero todos nos equivocamos.
¡Ay, qué vida la nuestra!
Todo injusticia, guerra, maldad.
Todo engaño, pena, falsedad.
Todo hipocresía, oscuridad, soledad…
Pero las pocas veces,
que brillar puede el sol;
son esas veces,
las que ayudan a vivir
al corazón.
(escrito el 8 de agosto de 2001)